¡Qué difícil encontrar el equilibrio entre darle alas a tu hijo y recogerlas cuando es necesario!

«O sea, casi todos los padres estarían orgullosos de un hijo así, de buen aspecto y listo y todo eso, pero siempre cedieron ante él.
Intentó siempre conseguir que alguien le dijera «No», pero no fue capaz. Nadie lo hizo.
Eso es lo que quería. Que alguien le dijese «No».
Conseguir que alguien dispusiera la ley, fijase los límites, le diera algo sólido en que apoyarse.
Esto es todo lo que quería, en serio.

Fragmento del libro «Rebeldes» de S.E. Hinton

Tanto queremos a nuestros hijos que, en ocasiones, nos cuesta decirles que «No» y evitarles (en lugar de acompañarles en) la frustración y los miedos.

Pero, hay una fina línea que separa el amor incondicional que sientes hacia tu hijo o hija de la permisividad excesiva sin normas y límites (coherentes, puestos con sentido común y adaptados a la edad de tu hijo).

En uno de los lados le ayudas a crecer seguro, protegido y acompañado (las tres funciones básicas de las normas y límites) y en el otro le dejas sin guía a una edad en la que todavía no está preparado para ciertas decisiones.

Respetar y acompañar para educar

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