En realidad, las emociones son imprescindibles para determinar cómo sentimos el mundo.
Por lo que parece bastante obvio que deberíamos tomarnos nuestras propias emociones muy en serio para entendernos a nosotros mismos y para comprender al resto del mundo.
Los niños y adolescentes no tienen la suficiente madurez cerebral para regular y gestionar sus emociones.
No es que no quieran, es que no saben cómo hacerlo.
Sin embargo, en esa regulación también influyen factores culturales y formas de educar.
Así que eres tú, como padre o madre, quien debe conocer las estrategias más adecuadas para ayudarle cuando sus emociones se «descontrolan»
¿Cómo puedes enseñarle a regular sus emociones?
Los conflictos son parte de la vida.
No sirve de nada ignorar o disfrazar las emociones que generan.
A veces, creemos que emociones como el miedo, la tristeza o el enfado son signo de debilidad o de fracaso.
Sin embargo, aunque son emociones más difíciles y con un matiz «negativo«, son reacciones completamente normales y necesarias. Nos alertan de las amenazas o los desafíos a los que debemos enfrentarnos.
No podrás evitar que tu hijo sienta miedo, tristeza, enfado…., tenga la edad que tenga. Pero, bien gestionado, sí podrás evitar que le dominen y que le empujen a la acción en lugar de a inhibirse.
Las emociones consideradas más positivas, como la alegría o la confianza, sirven para construir nuevos pensamientos y aprendizajes, explorar situaciones, reducir el estrés y el dolor ante las adversidades y llevarse mejor con los demás.
Ayudar a tu hijo e hija a transitar por todas todas esas emociones: