Dale a tu hijo una ayuda que le ayude

Uno de los pilares en la crianza de tu hijo o hija se sustenta en el justo equilibrio entre protección y autonomía.

Cuando se rompe este equilibrio y te centras especialmente en proteger, aparece la sobreprotección.
Si eres un padre o madre sobreprotector no vas “soltando la cuerda” y no te vas adaptando a la necesidad de autonomía de tu hijo o hija.

¿Proteges o sobreproteges?
Proteges a tu hijo o hija cuando no tiene los recursos necesarios para cuidarse solo porque no sabe o no puede por sí mismo (ya sea por edad o porque no tiene – o todavía no ha adquirido- ciertas habilidades).
Por ejemplo: Dar de comer a tu bebé cuando no puede alimentarse solo.

Sobreproteges a tu hijo o hija cuando ya tiene los recursos y habilidades para hacer algo por sí mismo pero:

* Quieres evitarle malestar, frustración….a toda costa.
* No confías en sus habilidades
* Te causa malestar a ti mismo porque proyectas tus temores, tienes necesidad de control, sientes culpa por no poder pasar suficiente tiempo juntos, te da miedo que ya no te necesite……

Algunos ejemplos de sobreprotección serían:
* Le evitas responsabilidades y le haces dependiente de ti: «Menos mal que estoy yo aquí».
* No le permites equivocarse al hacer alguna tarea porque la hace «mal» desde tu punto de vista adulto:  «Ya hago yo la cama o el trabajo de matemáticas o…..»
* Justificas cualquier comportamiento inadecuado o que le cause cierta frustración.
* Le solucionas los problemas de su día a día. A nivel cerebral cada vez que tenemos que enfrentarnos a una situación difícil actúan dos estructuras cerebrales:
– La corteza prefrontal que nos hace afrontar los miedos (sé valiente).
– La amígdala que nos hace detectar el peligro (cuidado, peligro).
Cuando sobreproteges a tu hij@ tomas el control de la zona prefrontal y solo se queda encendida la zona de la amígdala dificultando que aprenda a afrontar.
* No le dejas salir con amistades porque puede ser peligroso o porque no las consideras adecuadas.

Es imposible que tus hij@s dejen de crecer y vivan «por siempre jamás» sin ninguna responsabilidad y sin tropiezos en el camino.
Las consecuencias de esa sobreprotección son muchas:

  • Por un lado, pueden ser niños más indecisos, más miedosos (el mundo es un lugar peligroso que no conviene explorar), con falta de confianza en sus capacidades, baja autoestima y pocas habilidades sociales.
  • O pueden convertirse en lo que algunos autores llaman los «Niños L’Oréal: Porque yo lo valgo». 
    Niños que pueden creer tener ciertos derechos y pocas responsabilidades. Exigentes en sus demandas. Poco acostumbrados a cumplir con las normas y límites adecuados a su edad y con baja tolerancia a la frustración.

Como ves, en realidad, sobreproteger no significa proteger más sino proteger mal.
Implica pensar por tu hij@, tomar decisiones por ell@s, solucionarles sus problemas…
En definitiva, no prepararles para la vida.

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