Muchas veces, cuando tu hijo no te escucha, después de repetir lo mismo una y otra vez (recoge tus juguetes, ponte a hacer los deberes….), entras en una espiral de frustración y culpa.
Y, entonces, se encienden todas las alarmas:
❌Debo hacerlo mejor.
❌No soy una buena madre / padre.
❌Nadie me ayuda.
❌Nadie me respeta.
La culpa no es buena compañera de la crianza.
Para compensarla puedes relajar las normas y límites que crees importantes para educar, ser incoherentes con ellas (ahora, sí; ahora, no), sobreproteger, educar desde la impaciencia….
Todas estas emociones y reacciones son normales pero te están avisando de que algo no está bien y que necesitas aprender a gestionar mejor estas situaciones que te desbordan.
Pueden significar, por ejemplo, que necesitas:
🗸Apoyo, descanso, autocuidado.
🗸Nuevos límites y normas.
🗸Comunicar de forma asertiva sus necesidades (sí, las madres y padres también tenemos necesidades).
🗸Ignorar demasiados consejos no solicitados.
Por supuesto que la crianza no es fácil y, a veces, nos lleva al límite y sentimos que estamos fallando a nuestros hijos.
En general sentimos dos tipos de culpa:
Pregúntate ¿qué te está enseñando tu culpa?
Y úsala para para regular tu comportamiento y aprender de los errores.